miércoles, 24 de noviembre de 2021

Ay Nicaragua, Nicaragüita

Por Carlos de Luna Sáenz

 En 1980 Carlos Mejía Godoy escribió una hermosa canción para celebrar el triunfo de la Revolución Nicaragüense, comandada por el FSLN en la formación de una Junta de Gobierno de Reconstrucción Nacional que incluyó a miembros de el Frente Patriótico Nacional, el Frente Amplio Opositor, el COSEP, la UNAN y la Asociación Nacional del Clero.

Esa Junta de Reconstrucción fue sin duda el mayor faro de esperanza que ha existido en toda latinoamérica. Un modelo del que no se debió alejar -en opinión del que escribe- para tener uno presidencialista. La junta de gobierno aseguraba equidad de representación para Sirios y Troyanos y una constante fórmula de diálogo entre los participantes, un esquema de democracia plural y participativa que permitió la reconstrucción en medio de un ambiente completamente adverso y que fundó las bases para programas generadores de cooperativas, de movimientos educadores (incluyendo el más grande plan de alfabetización de toda la historia de ese país) y el regreso a un estado en el que el crecimiento con justicia social fueron la constante durante el sexenio que duró ese experimento.

En 1984 se celebraron pues las primeras elecciones donde Daniel Ortega sería elegido para, 40 años después, representar a un Somoza escudado en la figura de Sandino, cumpliendo la mayor traición a una revolución que se haya registrado en la historia de la humanidad.

De entonces a la fecha muchas cosas han pasado y Ortega ha sido reelecto varias veces, siendo esta una de las principales traiciones a la revolución, de la misma manera que Porfirio Díaz en México al traicionar el Plan de La Noria cuya principal frase contra el Juarismo era "sufragio efectivo no reelección".

Otras traiciones similares pueden ser la intentona de hacer un canal que quedaría bajo el resguardo del imperio chino con sus empresas de construcción, otra más la matanza demás de 300 personas opositoras en 2018.

Ortega ha posicionado al FSLN (tristemente) y a él mismo como el heredero ideal de la dictadura de los Somoza, convirtiéndose en una versión "corregida y aumentada".

En 1978 México rompió relaciones co el gobierno de Somoza después del artero asesinato de Bill Stewart a manos de la Guardia Nacional (con imágenes que le dieron la vuelta al mundo) junto con el intérprete nicaragüense que lo acompañaba.


La crueldad del régimen Somocista tiene hoy muchos paralelismos con el gobierno de Ortega y Murillo, entre ellas el haber hecho del gobierno de Nicaragua un rehén familiar, es por eso que representan la peor traición a la esperanza latinoméricana jamás hecha.
Bajo estos argumentos creo necesario que todos los izquierdozos de México presionemos a nuestro gobierno para romper relaciones con ese gobierno que, a todas luces, ya no representa al pueblo nicaragüense.